Yo vivo entre las penas y las lágrimas
en mi bosque reverdecen las congojas,
en mi valle bien florecen las heridas
los complejos y los tráumas.
Cuando el viento azota aleve mis collados
y desnuda de mis rocas sus entrañas,
y penetra lacerante por las grietas
de mi alma atribulada.
Y el grito de la noche en carne viva
va filtrándose falaz de rama en rama,
y en la hondura de un gemido triste
se acomoda vencido y se anonada.
Y en los linderos de mi bosque, en lontananza,
se escruta vacilante la alborada,
más se niega a penetrar llevando a cuesta
su carga de esperanza.
Y así se queda triste en la penumbra
a la sombra de los sauces sin vida,
el deseo de librarme de las penas
y el anhelo de ser gozo y de ser risa.
Y me quedo en mi habitat preconcebido
por un destino tan cruel como malvado,
esperando el desenlace tan temido
y el final de mis días y mis años.
R. Gruger / 1985