Mis pies cansados de hollar
huellas propias o ajenas
me piden un sereno descansar
Son muchas los días y los años
que he andado sin parar
sólo, con malas o buenas compañías.
Éstas me hicieron gozar,
las otras, por el contrario, pagar
por sus tristes desengaños.
No reniego de mi sino,
sí fui feliz o desgraciado
fue, porque fueron rosas o espinas
las que recogí por el camino.
Como el caballo domado,
al final de la existencia
me he vuelto manso y pausado,
De las experiencias vividas
no me arrepiento de nada,
las recuerdo muy tranquilo
con una sonrisa o un lagrimón
según sean tristes
o me den un alegrón
Con parientes y amigos cumplí
como un buen servidor,
en el frío, con amor los abrigué
de lo contrario, feliz los abracé
Imagino mi final como las olas del mar,
que se arriman tranquilas a las playas,
para su lecho de muerte, besar.