A Keira Pineda
Tiembla en cada rincón de mi cuerpo,
la oscuridad es fría,
me parte poco a poco.
Keira,
tus danzantes manos,
tus manos en entrega a mi cuerpo,
los lirios de tus labios,
la suave arena de tus muslos,
cada roce de tu cuerpo me agita.
Cristalizado en tus ojos,
estoy perdido,
escarchado está mi cuerpo;
tu aliento en feroz batalla,
me evapora.
Estoy muerto, me doblegan tus besos.
Tus suaves caricias; rompen mis espacios.
Eres flor que nace de mi boca,
te enredas en mi cuerpo, me consumes,
ya no caben tus pétalos en mis manos.
Somos amantes desnudos,
Arrogantes frente a Dios consumamos nuestro acto.
Keira,
verbo armonioso de mi estancia,
eres la razón de este siglo.
Keira,
eres bosque inmaculado,
soy depredador furtivo
cazando mariposas, en tus cabellos.