Torrente bendito de un rìo
que al filo del amanecer
en su curso turbio y frio
nos volvimos un solo ser.
Por puro capricho mío
por loco deseo y placer
por un amor jamás sentido
por un bello y divino ser.
En sus aguas nos sumergimos
buscando calmar la sed
de algo que parecía infinito
y que nunca iba a fenecer.
Su cuerpo manjar idílico
sus labios de fuego y miel
sus ojos gemelos únicos
negros como el anochecer.
Probé el néctar más divino
en los labios de ese ser
y me sentí un Dios en el olimpo
entre los brazos de esa mujer.
Por eso es que hoy te bendigo
en este lindo atardecer
Guaycupa cuando he venido
a tus aguas a calmar mi sed.
Por todo lo soñado y obtenido
por eso que llegó a nacer
aquella tarde que nos conocimos
cuando estaba a punto de llover.
Por eso este poema te escribo
aunque nunca lo llegues a leer
donde te ratifico y digo
que siempre te amaré mujer.
Lcdo. Breidy Antonio Lara Abreu