I
Que más da, si el cielo, también llora sus memorias.
si sus lágrimas caen desnudas,
y entre el fango y la penumbra,
se arrastran.
II
Que más da, si la historia se desvía,
y toma la ruta contrariada, maniatada,
y cegada viaja por la era de las galaxias
el ciberespacio y sus redes.
III
Que más da, si el trayecto recorrido
escrito está por un inglés, un francés o un español,
si rotas están sus fronteras,
y no hay hilos para zurcir sus telas,
ni alfileres para el pespunte.
IV
Que más da, si el escribiente mal herido anda,
entre píxeles de cobre y plata,
si siente o padece de migrañas,
si usa barba o bigotes,
si se pinta las uñas, usa pantys o tocones,
si respira el mismo aire del don juan de los pilones,
o se graduó con honores,
aquí o allá,
no sé donde.
V
Que más da, si empañada están sus gafas,
y como dice el viejo adagio, si el papel lo aguanta todo,
y adornada esta la palabra, nada importa el envoltorio,
si la imprenta está cerrada.
VI
Que más da, si apretados están los codos de su renta,
su moneda, su verdad o su vergüenza,
si hay o no, lectores con memorias elegantes,
si hay cuellos de jirafas por sus valles,
o bocas de caimanes y garras de osos,
en sus alcobas.
VII
Que más da, si blanca o negras,
son las bocas que alimenta,
si pide perdón a dios y al padre
y del espíritu santo se acuerda,
solo, cuando servida está, su mesa,
y en sus platos revientan,
los pecados de su gesta.
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