Matias 01

VOLUNTARIO

A ti que te sobra tu alma,

que vas tras de ti a dos pasos de tu cuerpo

y de alguna despedida;

Tú que eres un silencio que inventaste

para embriagar a tu dolor original,

erízate de nervios y entra al mundo,

engendra con tu mascara

rostros de valor para ese Dios

que en su soledad es bueno y triste;

 

Tú que andas desposeído de tu sueño

y durmiendo disperso, en estampida

al pie de la hoguera de tu vientre

y bajo la sombra de tu noche;

Muévete y mira el horizonte

que tu padre aun te espera

bajo las vigas de sus penas,

deja el perímetro de tu cenagosa silla

que tu madre ha logrado arrancarle

el desayuno humeante a la miseria,

arregla a puñetazos tus harapos

y levántate…aprisa…

que hoy tu hermano encarcelado carece de visita

y tu hermana en el sanatorio

no ha dejado de sangrar.

 

Tú que limpias la herrumbre de tus huesos

en domingo melancólico,

y vas en el oral de tus angustias

como un grillo en tus costados;

Tú que te oyes jadear en pulmón foráneo

y te bañas en la lluvia que derrama

su crepúsculo;

Quizás piensas salir de puntillas

hacia otros mundos

sin haber sustentado tus volúmenes,

sin estornudar siquiera,

preñado y sin querer parir tus rebeldías;

Levántate, forma una familia con la tierra

y brinda con la lluvia un fiero amanecer

¡De qué sirve tu vida si no has amado con dolor!

 

Vamos, salgamos de ninguna parte

y arrastremos a ese maíz hasta su surco;

Alimentemos a esas míseras ubres en su pecho,

levantemos la honra desnuda y vistámosle

de valor, cebémoslo de hostia;

Echémonos andar, con nuestro cadáver

y todo nuestro desorden gástrico,

con nuestro brazo de fusil

y nuestras piernas de barretas,

rompamos los muros hasta morir

y que nos entierren, si es posible,

en un campo anémico de trigo.

 

Tú que estas en el índice,

vamos, desciende hasta los versos, hasta la prosa,

con tu voz que no merece irse sin gritar;

Tu que estas estéril, de frio, en el cemento

vamos, desciende de tu nicho hasta la tierra

hasta las raíces de alguna flor

que no quiere perecer;

Encabrítate y se arriero de las voces

que llevan el espíritu

del largo afán de nuestras vidas,

salta a estos caminos

mientras dure el mediodía y las desgracias

estén con sus sueños de piedra

y los cuervos comiéndose los ojos

entre ellos.

 

Tú que tienes el cuerpo fatigado

y no puedes brincar sobre unos pezones sin tiempo;

Tú que te ahogas en un sueño

que azota la mirada

y embriaga de crueldad el crepúsculo;

Tú que prefieres navegar en tu ataúd

por ese hondo mar de incertidumbre;

Has de saber

que aún no ha llegado tu hora de dolor,

la muerte esta calmada,

no suenan las campanas

y no se oye ningún canto triste

de adiós a un cautiverio...!

¡Vamos levántate!

¡Tu madre esta triste y necesita sonreír!