Ben-.

Pequeña oda-.

Autillo, de la noche,

carbón ennegrecido,

con tu canto loable,

espantas las ruindades

del camino. Ave nocturna,

plumaje ligero, cuánto te

estimo y te quiero. Por ser,

de mi infancia, lo que más

añoro y deseo. Embriagado

de tu penetrante sonido, rondaba

a las muchachas, íbamos amigos,

de la mano, solitarios y aburridos.

Autillo, hoy conmemoro y celebro

tu recuerdo, por ser, de la noche,

el ala prodigiosa que a todos nos cubría.

Autillo, sí, entre las estrellas y los árboles,

insectívoro voraz y persistente.

De libélulas de río, harto tu vientre,

de roedores minúsculos, ratas, ratones.

Bello ejemplar de las corrientes aéreas,

cuya visión excepcional, le capacita

para horadar los núcleos de la tierra.

Autillo, mochuelo, cárabo, rosas fugaces

de la madera, en un instante del alba

deshechas-.

 

 

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