Un hombre
está ausente de horizonte,
con laxitudes
que encallan en su pesebre...
Con reciedumbre,
se despabíla en la tarde;
en la calle
de sonámbulos faroles...
Dios es su vientre,
donde lleva toda su hambre.
Tiene voz de roble
como ayer y como siempre...
Brota de las raíces
y mana del cogote de las fuentes,
y se acoda en mostradores
de lentas muertes...