Cuando tu me buscabas con ganas
de sexo, yo te odiaba.
Cuando me acariciabas sentía
repugnancia.
Cuando me decías palabras de
amor, me asqueabas.
Cuando llegabas y me besabas
sentia náuseas.
Cuando llegó el día que no pude
más, te aborrecí.
Cuando me quise marchar, tú
me lo impediste.
Y te odie, te odie con toda
mi alma.
Pero supe esperar, y esperé;
cogí mi maleta y marché.
Lejos, muy lejos, donde ni
el viento me encontrase.