“Háblale a Dios del presente y no del pasado/ y pídele que te guíe,/ que yo cuando te he nombrado/ Dios siempre se sonríe”.
Aún perduran en mí recuerdos de tu esencia,
los conceptos que contigo de niño aprendí…
Es como si no se notara del todo tu ausencia,
pero no me resulta extraño amarte todavía así.
Hay cosas que simplemente no desaparecen,
imágenes y palabras grabadas en los sentidos,
sentimientos que nunca se estacionan, crecen
y esos momentos que son a prueba de olvidos.
Así mismo estás tú papá, grabado en mi memoria,
justo allí donde está lo que jamás podrá olvidarse,
no se me olvidará más ni una página de tu historia
ni creo que la mía en donde estés, logre borrarse.
Fueron cosas del destino, cada uno cumplió un rol
en medio de aciertos y errores propios de humanos,
aunque para ambos siempre brillaba por igual el sol,
creímos a veces que conceptos así podían ser vanos.
Sabes que nunca existió la perfección entre tú y yo,
pero nadie dijo tampoco que esto iba a ser sencillo;
fue una oportunidad de amarnos que se presentó,
un amor que brillaba… pero había que ver ese brillo.
Hemos hecho una pausa, esto tendrá su continuación,
ya tendré más tiempo de abrazarte y tú de abrazarme,
teniéndote ante mí estaré listo para pedirte perdón
y espero que existan en ti, los deseos de perdonarme.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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