El cuerpo humano es un conflicto de intereses, los órganos no se entienden porque no obedecen al cerebro, es como un ejército sin orden ni concierto, como un automóvil viejo con una carrocería brillante, pero el conglomerado de piezas del motor están desgastadas, y ya con ese automóvil solo aspira a llevarlo a una exposición de clásicos, el coche que fue refugio de solitarios o de enamorados, que te llevó a lugares insospechados, libre como pájaro sin jaula, donde guardabas mapas que ahora son recuerdos de parajes de ensueño, el coche con todos sus defectos nos igualó, hasta hacer de nosotros unos obedientes autómatas que a veces añoramos aquellos paseos andando o en bicicleta.