Te perdiste en el silencio,
tus labios su voz callaron.
Tu cuerpo, ya no presencio;
y hoy mis recuerdos brotaron.
Te pensé en el ancho cielo,
la lluvia brotó en mis ojos;
sonora, como riachuelo,
con mi vida hecha rastrojos.
La distancia es más distante
sin el sabor de tu boca,
y en el alma delirante
mucho dolor me provoca.
¡Vuelve, que aún tengo vida!,
para envolverte en mis brazos;
para curarte la herida,
sin doblez ni reemplazos.
¿Dónde te escondes, mi vida?
que busco y ya no te encuentro;
con tu silente partida
me consumo desde adentro.
Quiero señal oportuna
que de mí te encuentras cerca,
ven, para nuestra fortuna;
y te esperaré en mi alberca.