alejandro guardiola
CON UN SIMPLE ADIÓS
Pasaron mis tiempos de mozo, todos
los días y los meses, escapan como sombras
ya no soy aquel que antes yo fuera
las canas recubrieron aquel pelo tan negro
En mi memoria tengo un niño despierto
de aquella niñez que se quedó conmigo
del viejo prado, y de la fuente aquella
y de la casita blanca, donde yo naciera
El sol busca refugio, la tarde va muriendo
y llega el frescor de las noches de inviernos
un temblor recorre mi cuerpo, tengo frío
es hora de refugiarse en la casa aquella
Soy como aquel árbol que se mantiene erguido
a pesar que los años hicieron presa en mí
lleno de achaques y de mil temores
esperando que la muerte un día, me llame a mí
Pero sigo firme en el largo sendero
que desde pequeño se cruzó en mi vida
a pesar del azote del viento, de la tempestad terrible
que amenazan llevarme para no volver jamás
No me dan miedo los golpes, tampoco las heridas
aunque el recuerdo tuyo, me rompe el corazón
tú fuiste tanto, todo, en la vida mía
porqué te fuiste amor, porqué te fuiste
Cada amanecer empieza una nueva vida
un nuevo mundo plagado de recuerdos
y las lágrimas circundan la cara de un poeta
que quiso llegar a tonto, y se quedó en nada
Por los paisajes que quedaron presos
por el ruiseñor cantando en la mañana
por las nubes a las que el aire lleva
y por aquel niño que antes yo fuera
Brindaré por el tiempo, la vida y los años
por el verso en que perdura la caricia
por las noches y los días en que he sido amado
por los amigos que siempre he tenido
El poeta es un algo que se cuela en el alma
plagado de esperanzas, de un amor a la vida
es la furia de un volcán que arde intensamente
llevándole al mundo, sus cantes de amores
Para decir las verdades, que otros se callan
para gritar sin miedo, con la mirada alta
a veces un cantar marinero, triste y cansado
otras una copla de amor, si está enamorado
Es prosa y es rima, es letra y melodía
la esperanza del hombre, que tan triste llora
la voz de la esperanza, cuando el destino es adverso
es la gloria en la tierra, y la dicha en el cielo
La tarde se oscurecía, el sol cerraba su ocaso
cuando cayó la pluma de las manos del poeta
mirando al sol que casi no se distinguía
le dio un adiós a la vida, cerró los ojos
Cuatro corceles, con su penacho negro
siguen el camino, que lleva al cementerio
detrás va la gente, un niño que llora
y al fondo de todo su fiel perro canelo
Encubren el cielo, las nubes que lloran
la luna escondida, no quiere salir
pues parte un poeta, camino a la gloria
a esa glorias divina, que a todos espera