Nadie te espera nunca.
Pero tú sí que esperas:
esperas el azul de la mañana nueva,
el aroma a café del bar de cada lunes,
el humo a cigarrillos que disfraza la herida
cruel de la indiferencia.
Esperar, esperar… No importa cuánto,
no importa a quién, ni dónde.
Solo esperar; la vida es un compás de espera.
La muerte se resigna
a dormitar, vencida; pero de sus gusanos
brota, como un rosal de luz, la primavera