Así comenzaré estas pocas líneas,
semillas que las aves consumieron,
palabras que el delirio tormentoso,
culpó desmereciendo todo intento,
fracaso irremediable de las horas,
que fueron para no volver a serlo,
condena del olvido inenarrable,
macabra austeridad del tiempo.
Fue tan solo un firme pacto de silencio,
regido naturalmente y sin acuerdo,
una mutua comprensión de nuestras cargas,
un peso alimentado de recuerdos...