Lucas de Almeida

MetafĂ­sica de las Estaciones

Postales de mi Argentina, tierra de mis antepasados

recuadros inmortales de bastos horizontes dorados,

quien pudiera de las estaciones, sobre ti adivinar el paso;

como del hombre las estaciones del tiempo fugaz.

 

Letanías de alabanzas a tu belleza son tus cerros, tus bosques y todo tu color propio de Febo esbelto;

También tu maná de vida que es tu agua, fiel amamanto de los hombres que perciben tu dicha y encanto.

 

En verano te tapas de verde y castigas, recelosa e indomable,

ya sea con tormentas que de las casas los cimientos arrancan;

o jornadas de calor que al más guapo desinflan.

recuerdo vengativo ante la cicatriz del progreso en tu pampa.

 

Luego se implanta, de manera imponente y despiadada la simiente de tu otoño,

La naturaleza nos enseña lo cruel del paso del tiempo. El retoño de la muerte que florece en invierno.

 

Oh madre bondadosa que a tus hijos resguardas,

mientras las hojas mueren y palidecen en el naciente frío;

tus campos se forran de colores, de nueces, de cítricos y sustento,

gesto bondadoso que diferencia el invierno de la muerte.

 

Pero vea si es cruda la fortuna y la suerte de algunos, que se refleja en aquellos cristos que duermen en la calle a la intemperie sufriendo los muchos la ambición de los pocos y reciben tu frío por el olvido de todos.

 

Y así cae la mortaja recelosa del invierno,

entre alpargatas rotas, pies azules y enfermedades;

a los que más necesitan el hambre los devora,

y raro no es que ni descansar en tus entrañas consigan.

 

Pero llegará la primavera, con ella el florecimiento, La juventud hará tronar el escarmiento más antes o más después en el tiempo. Lo hará adornada de verbena y petunias, de calidez y premura propia de las cinerarias y de las salvias.

 

Entonces te enamoras, nos regalas flores y largos días templados,

el canto de los pájaros y los pichones piando en los nidos;

y así distraída el hombre sobre ti avanza,

cuando de tu letargo despiertas el verano estalla.