Y de la nada se prendió una luz sobre la tierra
Y nos ilumino el rostro
Ilumino el rastro y caminamos
Y el cielo enrojeció
Nuestros pálidos rostros enrojecieron
Habíamos descubierto la calidez
Habíamos descubierto los colores
Lo visible del espectro
y descubrimos nuestras manos y nos tocamos
y enrojecieron también
y descubrimos nuestros labios
y nos besamos
caí al suelo de placer
descubrimos nuestras voces
y te dije te quiero
descubiertos nuestros cuerpos nos amamos
y descubrimos los animales
y compartimos nuestro amor
y descubrimos a más como tu y yo
formamos de leños herramientas
formamos de barro viviendas
descubrimos el agua y la bebimos
descubrimos el alimento y lo comimos
y apareció el hierro y con él, el oro
y con el oro la codicia
y con el hierro las armas
y nos matamos
yo mate unos cuantos y me estremecía de placer
luego volvía a tu lado
y nos amábamos
y te decía te quiero
y con mis animales compartía tu amor
mis animales me amaban
los alimentábamos y los matábamos
y con cada muerte el placer
la lujuria, el poder
y llego la religión y tuvimos miedo
y en las noches me arrepentía de mis actos
y de día daba órdenes y mataban
y nuevamente el placer
el falo revuelto entre mis piernas
y ya no te saludaba
y a los perros le gritaba
y en el lupanar otra hembra me esperaba
y en la noche entre mis sabanas
a dioses rezaba,
y en el ocaso de mi vida
te busco buena compañera
y no estas
no están mis perros
no están los “te quiero”
y solo el oro me quedó
solo el hierro y la religión
el sopesar de la conciencia me quedó
oh poderosos dioses, lo lamento
recíbanme en la muerte
este pobre hombre consciente
de sus pecados terrenales
este pobre hombre sin nombre
este aberrante hombre malo
un simple ser humano.