Lydia Gil

Tristes ojos negros

 

 

En el abismo de sus ojos negros

titilaron dos luceros

como si lo hicieran estrellas,

al lado de la luna

en lo alto del firmamento.

 

Todo el mundo que la miraba,

Siempre a sus ojos le hacían gala:

¡Qué bonitos son tus ojos, niña!

¡Qué bonito el brillo de tú mirada!

 

Al mirarse en el espejo,

al llegar a su casa...

Se empañaron de aguas saladas

las mejillas sonrojadas.

 

Miró al final de sus ojos negros, 

a través del reflejo que se empañaba.

Sí- se dijo triste y desaminada-,

qué bonita mí mirada.

 

Una sombra cruzaba la casa

justo por detrás de su espalda.

Su alma de nuevo lloraba.

Miró otra vez sus ojos negros;

Asustada su alma imploraba.

Asintió de nuevo al reflejo del cristal,

con su carita demacrada:

Sí- dijo mientras lloraba-,

Qué bonita y triste...Mi mirada.

 

Lydia Gil