Brindaré con la última copa,
esa de cristal que yo añoré a tu lado,
un día especial bajo la luna,
y unas manos que no son tuyas.
Beberé mi triunfo hasta perderme,
una decisión que mata la esperanza,
con un hombre que la vida me tiene
entre manteles blancos y no eres tú, maldita sea.
Otros ojos, otra boca, pero es mi hora,
y mi tiempo y mis días,
mi amor y mi vida,
¡pero no eres tú carajo!
Y mire usted que no me canso,
construiría mil jardines con sus rosas,
vaya a saber si seguiré soñando,
con sus ojos claros y su boca de sirena.
Y al último sorbido brindo yo de nuevo,
por aquel afanado inalcanzable arquitecto,
que me juró volver a la misma asera,
y me dejó esperando un sueño
después de primavera.
Bea Ramírez