Ensayo: La Vida a la Muerte, y de la Muerte a la Vida
Llegaste de coquetear en la calle. Dices que tienes más novias que calzones. Dices que la calle es la escuela. Y que el otro día, mataron a Juan en la esquina y que fue divertido. Para tí, todo es divertido. ¿Qué me dices del amor a la vida, del amor de la familia, del amor al hogar?. Y por demás, el amor a tí. Qué es más importante estar en la calle haciendo nada que trabajar y hacer dinero. Te gusta morir en vez de vivir. Te gusta gritar en la calle. Ser el dueño de la calle. A ver responde, no puedes yá estás muerto. La vida a la muerte y de la muerte a la vida. Porque si el sol sale todos los días y más aún para todos en igual, no dejaste que el sol acariciara tu rostro y tu piel. Que en la playa dejara huella en tu cuerpo de la marca del bronceado, ¡eso es luz!. La luz más poderosa del cielo, la que todo lo vé. No hay escondite ni sombra que se oculte al sol. Porque tu libertad no fue más allá de ver el cielo y la magia de unas nubes blancas. Que quizás tocando a fondo, te hubieras dado de cuenta que no se pueden tocar. ¿Porqué, entonces, y por lo tanto, al fin y al cabo, te marchaste de aquí vivo, sin poder morir en el intento de haber echado la red al mar o de haber volado?. ¿Por qué no te detuviste y pensaste?. -“Estoy actuando mal”-. La vida a la muerte, y de la muerte a la vida. No encadenaste tu vida, no aprisionaste a tu corazón. No llevaste tu vida de lo trascendente hacia lo transparente a la magia de vivir bien y no de cobardía existente. No supiste ser valiente. No lograste tener el sabor del éxito en tu boca. No te llenaste de orgullo y a alguien lo hiciste avergonzarte de tí. ¿pero, qué vida fue esa?. Era preferible que te abortara tu madre. No fuiste nada, no hiciste nada. Ni dejaste huella para que otro la siga mejorando o empeorando más que tú. No saliste de ese encierro. No hiciste nada por la patria. No sembraste simiente ni cosechaste un rosal. No hiciste nada. Ahora, yá estás muerto, más allá de la eternidad, en el infinito que se cansa de tenerte allí, y sin hacer nada. Ahora, anda, llora, no perdonas, y pa encima, quieres ir otra vez a la tierra. ¿A qué, sí allí, no dejaste curso qué seguir?. Un camino, hay muchos y varios. Pero, con tu nombre ¿cuál?. Dices que estás vivo, vivo está Dios, tú yá estás muerto. No hiciste nada ni por tí ni por los tuyos. Eso de andar de aquí a allá, y sin trabajar me da de qué pensar. No tienes idea, en tu cabeza sólo existe el símbolo nulo. Ni de un lado a otro. Te quedaste igual. Mira, los seres humanos, somos capaces de enfrentar cualquier situación. De advertirle al corazón lo que es bueno y lo que es malo. No se sabe a ciencia cierta qué esta pasando contigo. La verdad es que el ser humano, es capaz de sobrevivir a cualquier circunstancia menos la muerte. A tí, la calle te dejó muerto en vida. Y, ¿ahora qué?, te vas a tirar de un puente, o peor aún suicidarte o dejar que te maten, pues no, no, y no. La vida es hermosa. Tienes que aprender que del cobarde no se ha escrito nada, que las flores y árboles crecen en el mismo sitio, maduran y marchitan allí. ¿Qué es eso de dejarte llevar por presiones de grupo?. Sepárate y hazlo yá, antes que sea demasiado tarde. No todos somos robots o máquinas. Yá estás muerto, y con quién hablo yo. Con un muerto, sí. Con un muerto que no quiere escuchar. Deja lo trivial para otro momento, empieza desde cero, otra vez. Que no somos idólatras o mezquinos. Somos seres humanos, que sentimos y padecemos. Y que si el edificio se derrumba es que no lograste una zapata fértil y fuerte para ello. Lo que más das, es lo menos que tienes. No seas altanero, te estoy hablando a tí, callejero. No seas méndigo de lo que no posees y de lo que nunca llegarás a poseer. Sé directo contigo mismo, estás muerto sí, pero, y de qué te sirvió el camino recorrido. Para llegar a un ataúd, acostado y bien vestido. Llegamos sin ropa y nos vamos con ropa dentro del ataúd. Pero, qué llevas tú, sino hiciste nada. Ni legado, ni herencias dejas. Ni recuerdos alegres y bonitos te llevas. Sólo que no serviste para nada. Sólo haciste sufrir a los demás. No miraste aquella flor en el jardín, pero, sí miraste la vida de otro. Viviste una vida que ni fue tuya. No te inmiscuiste en tu propia vida, y la perdiste sí, por querer ser alguien que no eras. Y por valer del oro que no pesa. Fuiste títere y no marioneta. Fuiste cómplice y no el dueño de todo. Mataste tu propia vida malgastando una vida que no te pertenecía. Y sí se la llevó Dios, es porque así lo dispuso. Son vidas putrefactas que no saben vivir ni morir. Te quedaste mirando al cielo, pero no viste el sol y las nubes. No quedaste complacido, con el disfrute que da la vida. Con la manera de ver la vida. De dar y no de esperar. De vivir y no de morir. No triunfaste, tu vida no es ni fue éxito. Es sólo el fracaso de ver a los demás hacer de sus cosas y robar aquello que no te pertenece. Pero, ¿porqué te quedaste callado, tenías boca y palabras, o es que eras analfabeta?. No lastimaste tu vida con amores, no heriste el deseo de estar vivo y de vivir por y para alguien. De extrañar a ese ser que te amaba. Tu vida es y fue un fracaso. Y ahora, quieres vivir, yá es tarde estás muerto. Los muertos salen de sus tumbas a medianoche. Y los fantasmas quedan vagando por ahí, porque son eso que fuiste tú, nada ni nadie. Que esperas más de lo que quieres. Pues, es tarde, yá paso el tren. Y tu vagón se quedó varado y sin salida. ¿Qué quieres ahora luchar, ser alguien y tener éxito?. El que tiene éxito lo logra desde el principio, aunque nunca es tarde para comenzar. El que lucha, trabaja y sin mirar a nadie es aquél que tiene claro su potencial original y no de nadie más. Es aquél que lucha, que tiene una exponencia en su vida y la lleva a mayor posibilidad. Te dejaste engañar, yá estás muerto. No hay nada que hacer. Tu vida se agotó, se vacío, se alteró y en demasiada sustancia se perdió. Son las almas perdidas, vacías, que no logran salir de ese trance. Y de esa transición te lleva hacia lo inexistente. Hablaste de los demás y nadie se preocupó por tí, ¿verdad?. Y dejaron a que tu vida fuera un fiasco. Y, ¿ahora tú, quieres dominar antes que otro domine, verdad?. No, no, no, no, no, que no eres caballo eres semental, que corre por el campo sin encomendarse a nadie. ¿Qué, deseas triunfar?, no tienes con qué. Yá estás muerto. No respiras los olores que te dió la vida a flor, a comida, al perfume de mamá, al olor de fogón, a la hierba mojada con rocío en el amanecer. No seas más caprichoso, perdiste la vida jugando un juego y no saber las reglas. Perdiste la oportunidad que te dió la vida y nunca supiste aprovechar. Que no eres santo de la devoción de aquél y del otro. Pues, a todo el mundo no le vas a caer como un billete de $20.00. Pero, sí, yá estás muerto. Sin vida, no hiciste nada en la vida. Y perdiste un momento en que sólo el destino fue así. Como la flor da su fragancia, también tiene espinas. Y tú del jardín, tomaste una sin flor y sin olor. Y tus dedos se hirieron con lo más profundo. Con las espinas. Y no supiste cicatrizar esa herida con sal de un mar. Sí, la vida a la muerte, y de la muerte a la vida. Ahora, quieres empezar de nuevo. Resurgir de las cenizas. Del más allá, del infinito que calla por tu vida. Pues, adelante, resurge, levántate y cuando caigas recuerda que del suelo se recogen cosas buenas y que todavía pueden servir. No seas basura, nunca, nunca, que Dios no te hizo basura. Sólo Él está esperando por que tú demuestres tus dotes en esta vida. Sí, de la muerte a la vida. De un soplo de viento renacerás, vivirás y servirás. Porque simplemente el que sirve es el que más da a que ser servido. No desilusiones más a los demás, levántate y dí -“yo nací para ser alguien, y no ser la nada en la boca de otro”. Triunfa y cosecharás lo que siembres. Y si caes en el sembradío y te estancas, dí, -“yo puedo ser parte de la flor y crecer aquí mismo donde mismo ha de marchitar”-. No seas más adulador, ni enfrentado, y no hagas las cosas por agradar a otro, no, no, no, no, no. Somos fuerza y espíritu, somos flor y no espinas, somos sol y luz, somos mar y sal, somos polvo y cenizas, somos cuerpo y mente, no somos automáticos ni robots. Somos la paz y la esperanza. Somos la vida y la muerte. Pero, que tu vida quede grabada como huella que dejaste tú y que pisaste tú y que otro ni se imagine que podrá pisar tus huellas que no sea emulador sino diferente a tí con más vanguardia, y estar de acuerdo al presente vivido y no al pasado, que fue ayer. La vida a la muerte y de la muerte a la vida, inténtalo y sabrás la diferencia en existir y no existir.