Busca dentro de tus entrañas
razones para no ser más quien eres.
Donde veas sangre, encontrarás
el numen de tu desgracia.
Sigue escarbando hasta hallar
el escondite donde se alojan los colibríes azules
-cardenales ya tienes muchos-,
arráncale una pluma al más vivaz
y trágatela con todas sus verdades.
Su sabor será amargo como cada una de
las saetas que te quieres arrancar del alma.
Tu sangre se irá tornando azul
y tus venas no querrán sostenerla más,
esa sangre ya no es para ti, es pura.
Comenzarás a expulsarla por la boca,
será un océano,
morirás en el intento de nadar,
porque no hay objeto más pesado
que tú mismo nadando en tu propia sangre.
Mas cuando te falte el aire,
empezarás a ser otro.