A. Martinez

El viaje.

 

Todavía se sienten
los lazos de la sintonía,
el andar nervioso
entre el piso de nubes
y las calles viajeras,
aquel deseo tan nuestro
que me llevó a tu casa.

 

Vivir sin aforismos
el anhelo resuelto,
persistente,
asincrónico,
que bautizó el camino;
las ansias desmedidas
trás la llegada,
el arribo cadencioso,
de tus pies a mis zapatos,
el encuentro bullicioso
de mi boca y tu sonrisa.

 

Marchar a ti sin vuelta,
traerme tu presencia,
aplacando el ruido,
de la procesión opaca
que repetía el año,
encontrándole de golpe
los ojos a la alegría.

 

Tus muslos perfectos
delineando ilusiones,
en medio de un vals
desmaquillador,
silenciando,
el tic tac tramposo
de un reloj con agujeros,
y besos,
muchos de ellos,
alineando,
antojos presentes
y regalos futuros.

 

Fluir desde y sobre ti,
sumido en el poder
dual de tus senos,
sedosamente gratos,
publicando su libertad
sibre mi lengua,
encendiendo faros,
repitiendo la sabiduría
acumulada en los tesauros.

 

No poder detenernos
ni apartarnos,
aunque todos los trenes
embestían por nuestra vía,
y seguir subiendo
hacia lo nuestro,
con la misma intención
que nos electrizaba,
tentándonos las manos.

 

Eduardo A. Bello Martínez
Copyright © 2020