Esencias carmesíes brotan de tus miradas
que vuelan por la blanca espuma de tus senos,
son finos aguijones de doradas abejas
que derraman en mis labios su dulce veneno.
La blanca sonrisa de tu lene despertar
es acero que cercena la noche estrellada;
el murmullo de tus aterciopelados labios,
conmovedora armonía en el nacer del alba.
Los efluvios de las flores derraman sus lágrimas
en el lento amanecer de tus níveos sueños,
sus refulgentes aromas acarician mi alma
con los sedosos hilos de mis viejos recuerdos.
El silencio de la noche muere en tus brazos
como suspiro de amor que se ahoga en el agua,
mientras el suave céfiro arrastra cálidas voces
que resbalan por el velo azul de la alborada.
En las alas del viento