Está claro que mi vida es apenas un finito lapso indeterminado.
y que la superficie que hoy recorro, junto a la época en la que vivo
no son más que una pequeña parte de una indescifrable eventualidad.
Que alguna osada ecuación fue determinante
en la concepción que haría a mi madre, mi madre.
Y que he de morir apuñalado por una hoja de muérdago.
A manos de, no quiero saber.
No dejaremos a los vivos más que vestigios
y algunos residuos de nuestra particular identidad
porque el resto no formara ya nunca más parte de algo.
No te prometo que este que hoy ves soy yo
en concreto, porque he de reencarnar siendo un delgado y verde tallo de espinas
condenado a proteger pétalos,
pétalos rojos de una rosa consignada a desfallecer
irónica, junto a una lápida en cualquier sitio, entre llantos no precisamente dedicados a mí.
O bien, podré ser la corona de espinas dedicada a desangrar la cabeza de cristo.
Absurdo vivo, absurdo muero.