Ha mucho tiempo
solía beber en la fuente
púber de la adolescencia,
el néctar prohibido
del amor en cierne.
Hoy mi boca se humedece
y mis labios arden
al recordar el sabor
indefinido de la plenitud
en el goce espontáneo.
Mi cuerpo entero
se estremece al vislumbrar
la entrega amorosa
del amor por el amor
sin retaceos mentirosos.
Hoy por hoy, el placer
camina por senderos
de intereses rebuscados
ajenos a la naturalidad
del amor sincero.
Sin negar el gusto obtenido
en una relación acordada
no puedo menos que sonreír
al tratar de comparar
goce con satisfacción.