José Luis Barrientos León

Sesenta noches y una esperanza 

 

 

Esperaré el mañana, con las alas extendidas en la noche oscura

Para acariciar la nube, para presagiar al ángel

Para contemplar la luna

Para sobrevolar la tierra

 

Me posaré en la vereda, entre las hileras de amapolas

Para subir la colina, para contemplar el día

Para ahuyentar al lobo

Para volver a ser niño

 

Caminaré despacio, entre las callejuelas del pueblo

Para subir al almendro, para contemplar la iglesia

Para leer el libro

Para deshojar la vida

 

Esperaré la noche, entre los almanaques manidos de mi historia

Para conquistar mi amada, para olvidar su aroma

Para arrullar al viento

Para dejar volar  mi alma

 

Con las alas extendidas en la noche oscura

Buscaré a mis padres entre dos lunas, para sanar heridas

Para tomar sus manos

Para nacer de nuevo

 

Hablaré entre los silencios de mi soledad y la noche oscura

Para preguntar a Dios, para escuchar su voz

Para saber porque hay odio

Para comprender porque muere el niño

 

Miraré en lo profundo de mi alma humana

Para descubrir el espectro que habitó mis sueños

Para preparar el campo, para sembrar de nuevo

Para sonreír, para amar, para dar y recibir

Para esperar mi muerte, para volar de nuevo