Junto a la calidez de una mañanera taza de café,
escucho las cadenas trasnacionales de noticias
informandonos que por primera vez en treinta años
fue posible observar a los montes Himalaya
desde las congestionadas planicies de la India.
…que el smog por fin no salió a merodear
por las calles de París, Beijing y Nueva York,
que focas y delfines volvieron a disfrutar
sus aguas ancestrales en los mares del sur.
…que los osos polares fueron vistos revolcándose
confiadamente entre flores rojas y blancas
de la canadiense Churchill,
sin miedo a las cámaras y a la investigación.
…que miles de tortuguillos retozaron libres
por las costas del mundo hacia el cielo azul,
sin temores a los restaurantes y sus cocteles.
..que los barcos dormitando solitariamente
en los puertos Japoneses y nórdicos
no lanzaron sus mortífera redes y trampas
propiciando la vida en los océanos.
…que después de muchísimos cumpleaños
la Tierra reportó mejoría en su capa de ozono,
y su rotación se evidenció más fresca y sosegada.
…que la tierra y la naturaleza al fin
respiraron libres sin la mordaza
de la presencia humana y sin necesidad
de conferencias, cònclaves ni fallidos protocolos.
Las cadenas trasnacionales de noticias informaron
hoy por la mañana que los seres humanos,
presos del pánico y la impotencia,
con el Dios en la boca y la ciencia en las manos,
no salieron de sus casas,
que permanecieron confinados en cuarentena
ante una pandemia que los mata por miles y por igual.
Mientras en las alcobas y casas presidenciales
se discute si la peste ha surgido
de las profecías bíblicas, del murciélago
o de los laboratorios orientales u occidentales,
sin percatarse que dichas posibilidades
solo son matices de un único camino
escogidos por la misma naturaleza,
la humanidad continua escribiendo curvo
en supuestas líneas rectas de perdición.
Hoy por la mañana mi alma agobiada,
desde la calidez de mi matutina taza de café,
no pudo encontrar sosiego
en el huracán del acertijo
y continúa cuestionándome interminablemente;
¿Por qué se debe de escoger entre;
la humanidad y la tierra,
quien es el que debe de sobrevivir?
¿Por qué los hombres y mujeres no concebimos
un verdadero pacto de convivencia pacífica
con nuestro planeta que preserve por siempre
y para siempre la creación de Dios?
¿Hasta cuándo tendremos una respuesta
de vida para con nosotros mismos?
William Irving Howard Lòpez.
Nicaragua, C.A.