Ben-.

Rotundidad de lo perdido-.

De lo rotundamente podrido,

ruedan inmensidades, terciopelos

heridos, de lo nocturnamente acogido,

sueños bendecidos, diálogos fortuitos,

de lo inesperadamente abarcado

hasta el final de la estirpe.

Ruedan, sí, carpetas vigiladas,

sueños en frascos diminutos, como

fetos aniquilados por el polen marchito;

y esa infinita ansía de empobrecer la lengua

propia.

Bosques interminables, familias de árboles,

herencias crepusculares, de lo que una noche,

fue auxilio o grito. Se funden en mi boca,

los pronósticos de las hordas fulgurantes.

Entonces, y cuando no hay fronteras,

la niebla extiende su saco de arpillera,

hasta la inquietud de un martillo con su torreón

altivo y desgastado.

Sutilmente, la melaza de la fruta amarilla,

desplaza también su insigne material verde.

Y es la mañana que vuelca su desinterés

sobre mis pechos-.

 

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