El sol se pintó violeta; llore ante su luz fría
que impregnaba de rosas repletas
de espinas tus sombras perdidas.
De sus rosas vi nacer la sangre.
La procesión de sombras a coro cantaban.
Resbalaban todas las costumbres
¡benditas! de nuestra devoción.
Rece al miedo sintiendo el tacto del silencio en mis labios,
con la sonrisa de muerte y buitres en mi pecho que agonizaban.
Y el himno se elevó ceremonioso.
Sus voces rasgadas proclamaban la partida.
Filosa la presencia del desastre.
Terrible despedida.