Bonita flor de pétalos celestiales,
los ángeles te plantaron en este suelo,
¡Oh! El capullo que en tus entrañas llegue a morar,
relucirá en un florecimiento esplendoroso
cuando así el cielo lo disponga.
¿Quién podrá ser el colibrí que se fusione
al dulzor de tu polen divino?
¿Cuantos ya están interesados?
Sólo a uno el universo le permitirá
compartir la morada a tu lado
hasta el atardecer.
El atisbo de un colibrí que acaricia con dulzor,
o la del ave que te esquiva indiferente,
o la del fisgón que te recorre a detalle,
algún otro incauto que a prejuicios te compara,
o el colibrí libidinoso que vuela de flor en flor…
Más allá de lo visual está el gusto y el tacto,
de la hermosura en el alma de la flor.
Bendito el colibrí excelso que sea merecedor
del honor de poder hallarte, amarte
y recibirte tanto, tanto, tanto.