Primero a Dios;
por haber permitido conocernos,
por la ilusión que hay entre los dos
y porque nuestro amor sea eterno.
A ti;
por fijarte aquella vez en mí
y no busques interes,
suficiente con que asi me ames.
A tus ojos;
porque fueron expresivos
para demostrarme tus enojos
y tus grandes incentivos.
A los mios;
por fijarse en los tuyos
que para mí son de orgullo
ya que dan calor a los míos fríos.
A la vida;
porque nos trate con dulzura
y cuando necesario sea,
nos envuelva con atadura.