Jose Luis Posa Lozano

ELEGÍA PARA JULIO ANGUITA


Tengo un nudo en el alma,
mojo la pluma en el tintero
pero solo brota sangre,
hiel amarga, lágrimas negras

La vieja escuela se ha quedado vacía,
la pizarra emborronada, las tizas rotas,
solo las ratas merodean los estantes
devorando los libros, esparciendo detritus
sobre los bancos polvorientos.

Ya no quedan maestros,
los mercenarios de la tarima
muestran sus masters nauseabundos,
sus curriculums fatuos,
sus post grados rastreros.

Los fariseos del congreso
se dan golpes de pecho,
se rasgan las vestiduras
y afilan sus puñales traperos.

Las hienas ríen en los escaños,
los buitres presiden tribunales
y las leyes cuelgan
en el higiénico rollo del juzgado.

Julio, maestro, no nos abandonas,
nos dejas tu ejemplo, tu obra,
tus clases magistrales,
que la luz te ilumine en este viaje
y la paz te acoja entre sus brazos

Aquellos que seguimos tu estela
jamás olvidaremos tu ejemplo,
tu coherencia y tu entrega,
pero te añoramos
porque tu voz jamás clamó en el desierto
porque nunca te pusiste precio,
porque el ultimo cantor
ha callado por siempre.