Vaya desvelo y vaya ajuste,
historias impregnadas que no puedo sacudir,
tu nombre que no escribo, pero que no puedo evadir,
balances ya tan sobrios que no pretendo conseguir.
Miro el teléfono por las tardes,
mientras no pienso en nada mas,
miro esos números se mueven,
me hablan por hablar,
yo pretendo que los ignoro,
pero no los dejo de mirar.
Bastante fueron los suecillos,
bajos y altos por pretender,
caféde madrugada, café con poca miel.
Visiones al aire,
visiones de piel,
visiones que no son arte,
pero que duelen como cincel,
Florencia estaría angustiada,
si viera que aun pienso en el.