El invierno se derrite lentamente,
su deshielo se derrama.
Frío intenso que se apaga.
El paisaje blanquecino va abrigándose de a poco.
Se respira una fragancia delicada que reanima.
Los arbustos se sacuden de su larga somnolencia.
La campiña entumecida se renueva.
La mañana se levanta.
Las ventanas han corrido a las congojas.
Ya llegó la primavera…
y ahí estas…
arropada en tu ternura.
La dulzura de tu imagen despeinada me conmueve,
ahí estás en el umbral de un nuevo sol,
en el portón de un nuevo día.
Yo te miro fijamente…
deslumbrado,
encantado me quedé una vez más con tu presencia.
Tú mi niña consentida te haces grande.
Despertaste de tu infancia,
la boyante juventud te ha cautivado,
te enamoran sus matices…
y la música de fondo confabula...
Tú armoniosa te deslizas en sus brazos,
y tus alas se han abierto de repente…
las agitas con temor muy suavemente…
y yo te observo resignado.
Me ha invadido una nostalgia inexplicable,
una pena y alegría al mismo tiempo.
Me parece que ha llegado el momento de dejar en libertad a mi pequeña…
Ve…
vuela alto…
no tan lejos…
vuela alto...y no me olvides…
yo estaré desde aquí vigilando tu traslado…
contemplando tu feliz revoloteo…
siempre…