Miguel Ángel Cisneros

Sobrevivir

En mí no existen

huellas sobre la nieve

ni una rama quebrada sobre el césped.

 

Camino con direcciones indicadas por otros,

no sabría decir quiénes, ¿las hojas

con sus puntas señalando algo, tal vez?

No lo sé, pregúntales a ellas.

 

Ando con los pies descalzos sobre

las brasas que escupo

por comer tantas azucenas.

 

Respiro las letras que exhalan

los árboles. Ellos dicen que

soy el huracán y que se las arranco

sin clemencia; yo digo que

son como niños con paletas dulces

en un campo lleno de refugiados hambrientos.

 

Soy un adoquín acuñado contra

sus semejantes, pero soy más

porque el musgo solo crece

en mi lado de la calle.

 

los demás tienen

la experiencia del trajín,

yo tengo la del sosiego.

 

Busco aquello intangible, metafísico,

que mi piel trata de arrancarse de sí misma;

 mis dientes intentan ruñir de mi lengua;

y mis intestinos no absorben de mis adentros.

 

Mis dedos se quiebran por sostener

el aire y tratar de llevarlo al paladar;

en mi espalda se pronuncia una joroba

por mantener una venia al viento,

que nunca me lleva consigo.

 

Mis muelas no logran

triturar las palabras.

Las tildes me causan

mal de estómago;

trataré de morir en silencio.