Un hombre pensaba debajo del cielo.
El viento bailaba de un modo invisible.
El hombre miraba, sin ver, a la brisa.
El sol apuraba los rayos del día.
El hombre buscaba el calor que se marcha.
El mar navegaba a dormir en la playa.
El hombre añoraba a las olas sin nombre.
El puerto, sin naves, buscaba el silencio.
El hombre, sin remos, también navegaba.
El faro, en la costa, anunciaba la barra.
(El hombre, seguía pensando...)
(Pensaba en el hombre,
en el niño, en su amada...)
Un niño lejano acudiendo a la escuela,
su amada, una chica, delgada y morena.
El niño que mira, que inicia una charla,
La chica sonríe y acepta la oferta.
Así dan comienzo los sueños aquellos
con versos de niños trazando un poema.
Dos niños que charlan, que observan y miran
la vida que pasa y que lleva un cometa.
El niño, ya hombre y la niña, mujer, se encuentran un día,
y así, sin palabras, obtienen respuestas.
Se aman, se quieren y vuelan sin alas,
por un mundo nuevo plagado de estrellas.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/03/20