Por eso estaba el cielo vistiéndose de luto
en estos días surgidos de antiguas primaveras.
Por eso vuelan bajo las golondrinas negras
con un trisar monótono de tarde de Difuntos.
Te reclamaba un canto de ruiseñores tímidos
y las calles de mayo, y la sierra florida.
Te llamaban el Puente Romano y la Mezquita,
aturdidos en esta primavera sin niños.
Se quedaron prendidos de tus ojos los arcos
de nuestra Corredera que seguirá esperándote.
Tu recuerdo hará nido eterno en nuestra Historia.
Crecerás en tu Córdoba como el más fuerte árbol
recto como tus sueños, limpio como tu hambre.
Árbol en cruz creciendo, rojo y fértil. Memoria
de lo que me enseñaron que eran los hombres santos.
Hombres como tú, Julio. Hombres como mi padre.