Tu soledad tocó la frente mía
y ardió mi corazón por un momento.
Se esfumó de la vida el descontento
mientras seguía siendo oscura y fría
la noche que en su manto me escondía.
Tu amor acompañó el correr del viento
y sacudió mi ser de un modo lento
sin descubrirme lo que yo quería:
quería de tu paz y tu fragancia,
habitar para siempre en esa instancia
donde te me entregabas tenue y suave.
Mas no quisiste darme mi capricho,
por eso te marchaste apenas dicho
mi último rezo, como vuela un ave.