Yo, apenas respiro.
Con su luz programada,
con su aire infinito, el pecho
recurre a mitos otorgados:
fabrica dioses advenedizos
ante la población de los pulmones.
Yo apenas respiro.
Las alas son impuestas
por ciertos delirios, por
cadencias ocultas en los labios,
en manantiales oscuros
de fuerzas contrapuestas.
Y tus ojos, llenos de melancolía,
advierten doblemente, dualidad
estricta, amalgama silenciosa.
Busco la ofrenda de los pulmones,
de los bronquios, la terquedad
de las horas destruidas, la luz
incendiada en radiografías
exteriores.
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