¡Qué bellos los días
que pasan de largo,
las tardes de otoño
con luces y claros!
y así corre el tiempo
deprisa y despacio,
dejando en nosotros
ternura y encanto,
las olas susurran,
relatos de barcos
que en tiempos surcaban
los mares lejanos,
también de marinos
que andaban pescando,
por aguas profundas,
algunos cabrachos...
Y todo este tiempo
es breve y pausado,
cortinas de humo
envueltas de harapos,
así se nos muestran
los viejos castaños,
cortezas tatuadas
entradas en años,
altivas iglesias
de muros y andamios
con torres heridas
por vientos y rayos,
hay gentes sombrías
de rostros huraños,
hay niños que juegan
y pasan el rato...
¡Qué bello es el día
y el verso callado,
que rasga el silencio
y tiembla en los labios!
Rafael Sánchez Ortega ©
03/12/18