Zoraya M. Rodríguez

**~Novela Corta - Las Amarras del Corazón - Parte IV~**

Y Ellence, sólo tomó el brebaje en un pote de muestra, y se lo hace tomar hasta que quería que se enamora de ella, de Ellence. Y regresaron las amarras del corazón a atrapar en verdad a John con la pócima tan fría y tan real como poder hacer enamorar a John de Ellence. Y lo siguió y lo persiguió, hasta hacer que en su clase de química tomara la pócima para hacer creer que el destino cambia así como llega un ocaso hacia la noche fría y densa del día. Y así fue que él, John, lo tomó, y sintió un dolor muy fuerte entre las propias entrañas de él mismo. Cuando en el ocaso se enfrío el deseo de amar y con la misma pasión que desnudó el fuego en la misma mirada entre él y Ellence. Y sintió un dolor muy profundo, pues, su manera de tragar fue muy fuerte, y por poco se ahoga con la pócima, pero, la tragó y en vez de enamorarse de Ellence, se automatizó lo que creía en ser una verdad impoluta y tan absoluta como poder creer sin fuerza alguna. Y las amarras del corazón lo atragantaron y lo ahogaron entre las bilis más amargas y de su propio hígado. Cuando en la alborada se electrificó el deseo de amar en lo que fue y lo que más pasó. Cuando en la mañana cambió de rumbo sin dirección, cuando fue que el instante se debió de amarrar el corazón con las amarras del corazón, que son como órbita lunar atrapando a un sólo cuerpo y un sólo deseo, en amar lo que quedó con el dolor de las amarras del corazón, cuando en la mañana se debió de automatizar la creencia de poder creer en el mismo amor. Se revolcó en el suelo, dejando estéril el corazón, y la vida misma, cuando tomó el brebaje erróneo y equivocado de Ellence, pero, era ése el que Ellence quería que tomara él. Cuando en el ámbito y la sorpresa de estar tan enamorada le hizo cometer el peor de sus errores de su mísera vida sin amor, y sin el amor de John. Un muchacho tímido, y tonto y tan lerdo como el haber nacido así, pero, era bueno de corazón y de un alma llena de una luz trascendente que traspasaba el mismo cuerpo. Cuando en la alborada se hizo lo que más se hizo, un cometido trascendental en la cual, se hizo como nació la verdad tan ufana. Cuando se dió la oscura esencia y la presencia con un fuerte dolor en el estómago por tragar la pócima. Y era John, el que moría, con las amarras del corazón, atrapando a su débil corazoncito. Cuando en el aire se enfrío como pasado que no vuelve jamás. Si cuando John, tomó el brebaje de sentir en su corazón la fuerza autónoma, en poder crear en sí mismo una fuerza tan real como poder enamorara el corazón de Ellence. Y Ellence, se moría de amor por John, pero, en el suburbio del alma sólo quiso aferrarse a un cometa de luz, cuando en la mañana se aferró a un mal delirio y en el hospital fue a parar.                 

Y todo porque tomó de la pócima que le hizo con las amarras del corazón y en sus entrañas el dolor más recurrente que le podía pasar. Sí, así fue, y llegaron y logró Ellence que las amarras del corazón llegaron a él, a John. Las entrañas parecían querer salir de su cuerpo y con el dolor tan fuerte que sintió, sólo quiso recuperarse de ello. Y en el hospital lo visita Ellence, le dice que la disculpe y que no volverá a pasar, pero, por dentro ardía de felicidad, pero, aunque no vió ni sintió amor de parte de él, de John, ella creyó que las amarras del corazón sí funcionaron, pues, su corazón latía a mayor presión, a mayor pulso y a mayor fatiga. Y él, lo quería sólo sobrevivir para amar a su amor, tonto y lerdo, pues, sí, sobrevivió a la mala pócima de la bruja y hechicera Ellence. John sin saber que la pócima era y estaba directamente dirigida hacia él, pues, Ellence le debió de haber entregado la pócima a John, sí él mismo logró hacer y realizar la pócima para enamorar a Ellence y si supiera que ella la arregló para poder enamorarlo sin que Joseph quedara enamorado de ella. Y John decidido y tenaz, dejó lo de lerdo y tonto, e hizo un abrir y cerrar de ojos, en contra de la voluntad de un tiempo en que casi se pierde en contra del deseo, en querer amar a su eterno amor en la ciudad, la cuál, no era precisamente Ellence. Y era Ellence, la que quería a amar a John, pues, su manera de amar, era la de una bruja hechicera, la cuál, amaba con mucho ímpetu y tenacidad a John. Y las amarras del corazón llegaron a debatir entre lo bueno y lo malo, en las entrañas de John, en que casi se aferraba a la inconcordancia, de creer y de poder ver el cielo al alcanzar el límite de poder ver y de sentir lo que es más como el poder de ser a cuesta arriba, poder quitarse esas amarras del corazón del mismo cuerpo y de la misma sangre. Y sin poder ser más fuerte que la misma razón. Cuando se debate una sola y eficaz tormento entre las entrañas más vivas del propio corazón. Y era Ellence y John, una sola razón, cuando con John no pasó lo mismo como con Joseph, que se enamoró de Ellence y que la pócima le hizo efecto y efervescencia en él. Y John, en el hospital, ¿acaso, tenía razón que le diera a tomar ese brebaje a John?, ¿acaso era realmente lo que quería el instante o que John se enamoraría de Ellence verdaderamente?, ¿o acaso John no se enamoró de Ellence porque la pócima no reaccionó en él?... Eran preguntas sin respuestas, y sin sentido alguno, y todo porque John, no amaba realmente a Ellence. Se aferraba a decaer, entre lo normal y lo paranormal, yá Ellence, y Ellence sólo quería amar a John y ser el amor real de John, pero, no podía ser. Sólo John quería verdaderamente a una muchacha de la ciudad, la cuál, no era Ellence. Cuando él John amaba sí, pero, no era a Ellence, como Ellence quería y anhelaba.                                                                                         

Continuará................................................