La vida nos da sorpresas
cuando menos lo esperamos,
el lago azul del destino es
Incólume, desafiante.
A veces son pesadillas
que atraviesan las ideas,
desgarrando las neuronas
confundidas por lamentos
escondidos.
Las sorpresas llegan solas,
nunca llaman ni perdonan,
son las ninfas del silencio
que pueden calmar la sed
de nuestro cuerpo agotado
o llevarnos al abismo de otro
mundo, otro espacio.
Son tejedoras del tiempo,
cocineras de palabras,
son las hadas del camino;
son tristezas, infinitas alegrías,
gritos a la desbandada.
Las sorpresas son puñales
a veces en nuestras vidas,
las barandas del apoyo,
la razón, las despedidas...
Son un complemento ingenuo
de las dudas que se olvidan;
son las lluvias del invierno,
los azotes de los vientos.