Le hubiese dado el firmamento
desde el primer día en que la vi,
pero nunca antes la había visto
sonreír así.
Aún quisiera enamorarla
y hacerla muy feliz.
Pero nunca antes la había visto
sonreír así.
¡Ay! ¡Que libara de sus labios
la espesa miel de sus besos!
¡Que bebiera de sus ojos
sus heridas oprimidas!
A mi vista no le alcanza
con mirarla de lejos.
No hay quien pueda domar
mi razón adormecida.
Reflejado en su sonrisa
ya no importa todo eso.
Si tus labios ella quiere,
que tú bebas de sus besos.
Si en tus brazos ella ríe,
que lo haga en demasía.
Si es feliz, es más ligera,
esta angustia mía.