Doras los estambres
pistilos derrumbados
bajo columnas dóricas.
En las inmensidades
llanuras que incitan
o sombras que acumulan.
Venas y arterias que se parten
al contacto de una uña, y el agua,
tan líquida, que fluye sostenida
por los labios áureos.
Campos de sol y vestigios,
cánticos campesinos en lontananza, y
ese murmullo del alfabeto griego
destrozado.
Doráis los labios, alfabetizáis
el ansía, dorada y redonda
como una jícara incesante.
En una murmuración suburbana,
la alegría se disipa, evade su sombra.
Permanecen en pie, las columnas acuáticas-.
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