He empezado a querer,
como jamás pensé que lo haría.
He empezado a quererte, amada mía,
como ni siquiera lo imaginas.
He empezado a querer,
como el agricultor a sus tierras,
o como las plantas a la lluvia en la época de sequía.
Y es un querer ameno
que no deja espacio a otra cosa;
no deja espacio al odio o al resentimiento.
Es un querer perfectamente imperfecto.
Es como querer un verano,
estando en invierno,
aún sabiendo que querremos un invierno
cuando estemos en verano.
Esto es tan real y se siente tan bueno,
que parece que no es cierto,
parece que es un sueño.
Tengo un sueño en un recuerdo,
pero no recuerdo si era un sueño,
porque a veces sueño que recuerdo.
He empezado a querer
y tengo miedo,
de que no me puedan querer
como yo estoy queriendo.