Cuando se acorta el camino
mejor es no lamentarse;
y de los sueños bajarse
pues queda poco destino.
Y así el tiempo inexorable
que gira cual torbellino;
con malicia, aunque buen tino,
se volverá imponderable.
Como tal las remembranzas
que aportaban alegrías,
mueren al pasar los días
perdiendo toda sustancia.
Y hoy lejos en la distancia
queriendo hurgar los recuerdos,
no los sentimos tan nuestros
pues ya no tienen fragancia.
Los años los castigaron
logrando pierdan su esencia;
restándoles consistencia
y color... que les robaron.
Jorge Horacio Richino
Copyright.