Eduh Siqueiros

Salvarte de mí

Qué momento en el que gratamente percibí tus huellas,
pero qué instante en el que inmisericordemente te pierdo;
de mi personalidad, conociste su aspecto de torpeza,
sin darme cuenta, viste a un infante en pañales,
no soy así siempre, no sé como caí en ese acto,
te vas... y se desarma en mi ser el motor
de mis pulsaciones, mi centro se queda en turbación
mórbidamente con la sensación de no haberte mostrado
mi esencia, aquella con la que te tomaría de las manos,
para volar juntos sobre mundos en perfección,
bañados de los sentimientos tuyos y los míos,
no pude contener ante ti, mis acciones que hoy desprecio
y te cansaste en poco tiempo de mí, y me quedo en soledad 
y ahora intento pensar que nada pasó, y no lo logro,
que mi alma sabe de ti, y un alma jamás olvida,
¿será que deberé tenerte sólo en remembranzas?
sólo me queda decirte gracias, por bendecirme,
porque aún en la brevedad transformaste mi suerte,
lamento estar lejos de ti, aun sin un adiós...
bendijiste con tu autenticidad a mi ser en su frialdad
y ahora solamente me queda proseguir
en pos de ti hasta \'más allá de la muerte\'...


Tantas emociones en poco tiempo: inefabilidad,
si de pronto el corazón se exalta y el alma determina
amar sin condiciones... ¿y cómo se hace factible
persistir si se percibe que todo acaba?
Muero, por un rato, y de pronto vuelvo a la vida,
es tu luz, ángel de paz, que me revivifica,
has podido matarme y resucitarme en un instante,
y el amor en su pureza se expande en mi ser,
vuelan mariposas en mi mente con continuidad...
No sé cuánto tiempo durará esta bendición,
cada segundo se eterniza en un universo y este se renueva
y yo quiero aprisionar a cada instante en un canto,
sólo para amarte así con el alma, mente y corazón...


Lamento atormentarte, lamento
de verdad cruzarme en tu camino,
vivo en total desconcierto este instante;
no sé cómo pasó mas todo tiene gloria
con tu advenimiento, inauditamente,
y no comprendo cómo llegamos a este punto,
es la magia que acaece inusualmente; ahora
me detengo en las razones de por qué me muero,
de por qué te hago mal si te amo,
no sé cómo mostrarte mi alma
sin dejar de ser yo, sin perder el control,
no me perdono lacerar tu corazón
de este modo y caigo en la melancolía,
quiero huir de ti, quiero salvarte de mí,
quiero amarte a lo lejos, sin lastimarte,
esperando hasta la eternidad para mi entrega
con el alma angelicalmente en acto de frenesí.


En las veredas de la mente
soslayando vas sobre escollos,
envuelta en caos sórdidamente,
vislumbras un esbozo que fulgura,
que turbiamente te incita a interrogantes,
¿será la proyección aunque tenuemente de ti misma?,
alentada de tu temperamento, de los que hay pocos,
tu fe y esperanza se truecan en sonrisas,
porque sabes que la efigie de tu ser
volverá pronto en el nuevo amanecer.


Concibes al juego de la vida
insólitamente en conflagración sin vencimientos,
todos sujetándose arcanamente a las reglas del amor,
acto que ocurre una vez y con perennidad,
una guerra por invitaciones para el reto
de apostar todo con tu alma de fuego,
¿me animaré a correr el riesgo?,
gracilidad y sortilegio de fantasía,
quizás lo haga por amor...
que amando es como rindo pleitesía,
que los labios forjan besos en su emulación
solamente por los efluvios del embeleso
-los que dispersándose van sobre las llanuras-:
dichas, serenidades y donosuras
con el sabor de gloria y felicidad,
probando desde ya un poco de eternidad.


Por tu osadía de transitar
con determinación desde mi ser
en las dimensiones del manto que cubre 
de oscuridad al cielo y probar
las emanaciones de mis entrañas... te amo;
por recorrer sublimemente con decoro
sobre los alcores de mis mensajes,
por beber mis gollerías que arden
y rasgar mi cielo... te busco;
por besar mi pensamiento cuando lisonjea,
por acariciar la estrella de mi cosmos,
por vivir en cada tono de mi canto,
por vivir mi sueño... te añoro;
por sumergirte en mi desquicio,
por venir a mí si te clamo y aclamo,
por quedarte a recibir al sol que renace
desde mi alcoba con tu desnudez
angelicalmente sobre mi cama,
por dejarme probar de ti la dicha,
por atizar con asiduidad el fuego
de mi fe que me inflama...
por eso: te amo, te busco y te añoro.