Lydia Gil

Orobroy

 

Yo que tengo carita de mora

ojos del color de la aceituna

y piel de cíngara, canela;

Tan tostada de Puebla la arena.

 

Siempre quieren mal decirnos,

Ir en contra de una etnia

que proviene de hace siglos.

Que desde sus comienzos;

fueron perseguidos.

 

Nosotros que aún vivimos

bajo el respeto a los mayores,

al cuidado de los niños...

Que no les falte de nada

que se les de la suerte, 

que un día no tuvimos.

 

Nosotros que intentamos, 

dar cobijo,

aunque sea a la sombra de un ciruelo,

mientras estemos todos juntitos...

Seguiremos nuestro anhelo.

 

Bajo la luna y al hogar de la fragua,

Nos desquitamos con el cante, el baile,

al son de las palmas.

Camarón...Canta una nana. 

 

Seguimos siendo perseguidos.

Mi pueblo, mi pueblo huido.

 

De distinta forma, 

con distinto semblante,

se nos sigue acusando;

de las barbaridades más grande.

 

Deje a mi decirle, 

señores de buen talante,

Que etnia habrá muchas,

¿Raza? Solo la más grande.

Aunque sigamos viviendo muchos,

de la venta ambulante,

No es vergüenza ninguna,

Querer sacar a tu familia adelante.

No hay razón alguna

para que de esta manera;

por ello,

a mi pueblo se maltrate.

 

Me duele ver cómo tenemos

el mismo color de sangre...

y aún haya mucha gente,

que incrédula piense;

que nos creemos más que nadie,

que nos dan mejores servicios,

que obtenemos mayores beneficios,

porque es que \"son errantes.\"

Porque nuestro Dios nos hizo

a todos semejantes.

No somos los unos y los otros;

Somos todos o no somos nadie.

 

Me duele ver cómo a mi pueblo,

se le sigue castigando,

diciéndole falacias

y achacándole los peores actos...

Sepan ustedes, a los cuales me remito:

Muchas veces no van con ropa humilde,

ni con la piel de oscurito

aquello que más os roban, 

pueden estar atendiendo los altos hilos.

 

Lydia Gil