No sé qué decirte mi amado, si no soy más que una concubina esperando a ser vista por lo profundo de tus ojos, no seré mas que tu sierva que te ama con locura, ciega por tus labios, muerta por tu favor, seca estoy de esperarte. Y entonces ¿qué te podré decir?; si sólo mi corazón grita rogando tu voz que encarne mi alma y dance en lo profundo de mi angustia.
Oh! mi señor, mi amado; callaré con mi boca y clamaré tu nombre en mis sueños, cuando vuelvas a ser mío.