No te escondas en tu dolor
que el sufrimiento es más fuerte
en el fondo del corazón.
No te afligas cuando me sientas llorar.
Cuando notes que mi alma está cansada,
cuando escuches que mis pasos
son más cortos en las tardes
de un otoño que termina.
Cuando observes que mis manos
Tiemblan de miedo escondido,
no te ocultes en el salón de tu miedo,
no te encierres en el silencio sensible
de la distancia profunda.
No te alteres cuando babee mi boca.
Cuando mis labios cansados
no te besen cada noche.
Cuando no pueda cerrar la puerta
de nuestra casa.
Cuando el latido del gozo ya no vuelva
y se pierda en la penumbra
de nuestras mentes errantes.